TALLER: ERNEST HEMINGWAY

Mucha gente tiene la compulsión de escribir. No hay leyes contra eso y hacerlo les da felicidad mientras se dedican a eso y, presumiblemente, los alivia. Confiados a editores que removerán lo peor de sus emisiones, le proveerán de ritmo y sintaxis y les ayudarán a dar forma a sus pensamientos y creencias, algunos escritores compulsivos lograrán fama temporal. Pero cuando se elimina mierda de un libro, su olor siempre queda perceptible para cualquiera con la suficiente sensibilidad olfativa.
Al escritor compulsivo se le debería aconsejar no intentar el relato corto. Si hace el intento, puede sufrir el destino del arquitecto compulsivo, que es tan solitario, al final, como el del tocador compulsivo de fagot.
Nunca hables, muchacho, si eres escritor, a menos que tengas el tipo que apuntó lo que dijiste y puedas revisarlo. De otro modo lo pondrán mal. O eso es lo que piensas hasta que te repiten la grabación de tus palabras. Entonces te das cuenta lo tonto que suenas. Eres un escritor, ¿verdad? Bueno, cállate y escribe.